El fiscal Bauer

Alemania, 1957, el Fiscal General del gobierno de Konrad Adenauer se presta a que lo entrevisten unos cuantos jóvenes en un programa de máxima audiencia de la televisión y declara lo siguiente: "Alemania está orgullosa de su milagro económico, de ser la patria de Goethe y la cuna de Beethoven. Pero también es la tierra de Hitler, Eichmann y sus muchos cómplices y simpatizantes. Así como tenemos el día y la noche, también la historia de cada pueblo tiene sus partes claras y sombrías. Creo que la nueva generación alemana está preparada para descubrir toda la verdad, todo lo que a sus padres aún les resulta difícil de asumir e imposible de superar." Días antes, el fiscal Fritz Bauer había recibido una carta que le informaba de que Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS y responsable directo de la deportación en masa de los judíos europeos a los campos de exterminio, vivía oculto bajo una identidad falsa cerca de Buenos Aires. El Caso Fritz Bauer construye un thriller político en torno a los hechos oscuros y terribles que rodearon a este asunto y que tuvieron como protagonista a uno de los hombres más íntegros e interesantes de su tiempo, un héroe discreto, un judío ajeno a la sinagoga que removió la conciencia de un país entero con su obstinada batalla contra el olvido y su profundo amor a su patria, a la Alemania que tuvo que abandonar cuando Hitler subió al poder y a la que volvió al final de la guerra con el propósito firme de dedicar el resto de su vida y de su carrera profesional a construir una nación y un continente donde la barbarie nazi no pudiera resurgir jamás.

     La película, escrita y dirigida por Lars Kraume, es inmensa: los actores lo bordan; la luz de la fotografía es como de bar de putas tristes en los interiores y de amanecer de ejecuciones estragadas en los exteriores, idónea fotograma a fotograma para pintar el ambiente que necesita una trama que tensa la fibra moral del espectador desde el principio hasta el final; la cámara ni la notas, como debe ser (“Dogma 95” es a la Historia del Cine lo que la ESO biblingüe a la antorcha de la Civilización); la música acompasa la intriga y cala en el nervio; el guión es inteligente, sobrio, emotivo y moralmente suculento.
     Efectivamente, la película está concebida para erigir una arquitectura ética ante la mirada del espectador: los demonios personales y la solidez deontológica que dictan las costumbres del fiscal Bauer; el equilibrio entre su amor por Alemania y su complicidad con el proyecto sionista que llena de empuje y de coraje el nacimiento del nuevo Israel; la relación con su equipo, en el que no faltan desleales, traidores ni héroes, y la fragilidad del Bien que reconstruye una Alemania que aún esconde entre sus elites a muchos miembros activos de la cúpula nacional socialista que sobrevivieron a la guerra con mejor fortuna de lo que lo hizo su propio país.
     Como todas las naciones, Alemania es una sucesión de leyendas, derramamientos de sangre, leyes, recetas, baladas y afectos compartidos. Por encima de cualquier otra, Alemania es una nación vinculada a un sentimiento fuerte, muy fuerte, ein starkes Gefühl, dicen ellos desde lo profundo de sus ojos. Alemania son mil años de historia en cuyos armarios se guarda la imprenta de Gutemberg, el termómetro de Fahrenheit, las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, los cuentos de los Hermanos Grimm, la arquitectónica de la Razón Pura de Kant, la Libertad de Sophie Scholl… A Alemania le debemos la reforma del Cristianismo, el Renacimiento del Norte, la Liga Hanseática, el Sacro Imperio Romano Germánico, el amor por las ruinas, la física de partículas, la etnografía, la filología, las desventuras del joven Werther… Europa no sería lo que es sin los mil años de cultura alemana, y por eso no debe olvidar nunca los doce años de infierno en que esa gran nación se dejó gobernar por Adolf Hitler.
     Alemania es una nación próspera y cultivada que entiende que el ser humano despliega su esencia en el trabajo bien hecho, en la piedad, en la contemplación activa de la Naturaleza y en el disfrute de la Alta Cultura. Fritz Bauer quería que su país fuese digno de esa prosperidad, de su ideal de vida elevada, y de los poetas, científicos, músicos y filósofos que convirtieron a su nación en el corazón de Europa. No se pierdan esta película, y dejen que su corazón acompase sus latidos al recuerdo de este hombre justo entre los justos, este jurista kantiano que salvó a su país y a todos nosotros en nombre de esa Dignidad Humana que la moderna constitución alemana consagra como inviolable en el primero de sus artículos.


Artículo publicado en el diario "La Opinión" de Murcia, el día 1 de julio de 2016

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