Londres


Mapa del metro de Londres en 1933

El guerrero sikh que sirve el té en el Claridge; el casco de hierro de un rey de los anglos; los aperitivos en Litlte Venice; las Enigma Variations, de Elgar; The Great Westminster Hall; la memoria de Jane Needham, dulce, cruel y libertina; la tumba de un guerrero Licio; Un templo, Westminster Abbey, que es la Gran Bretaña y quiere ser el Universo; un artesano que fabrica estilográficas en Noting Hill; una pinta de cerveza turbia, a las ocho de la tarde, en cualquier pub; el beefeater que conoce los nombres de los cuervos; las gabarras desvencijadas del Támesis; un meridiano que divide el mundo; el Jardín Medicinal de Chelsea; el ángel que custodia a La Virgen de las Rocas (“...y los ojuelos tiene/como durmiendo en regalado sueño."); la agonía de los leones que asaetea Asurbanipal; una librería en Marylebone; una moneda de dos libras; el café más asqueroso de este mundo; las huellas de Claudio; el salón gótico de la Wunderkammer de Sir John Soane; Mario Vargas Llosa, que ya no vive allí; St Martin in the Fields; el Royal Albert Hall; la Swedemborg Society; la momia de un filósofo; la estatua de John Locke, que nos enseñó a vivir en libertad; un pirata enterrado junto a su reina; las flores de St. James Park; una ciudad elevada, espontánea, imperial, golfa y rabiosamente viva....; todo esto y mil cosas más es Londres, una ensalada racial y la mano de un dios lleno de humor y buenas maneras que cuida de ese laberinto infinito civilizado y libre.



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