Ángeles de Luz


    No es ningún secreto: entre el profesorado de las facultades de Filosofía de las universidades españolas abundan los diáconos reconvertidos, los maristas desencantados, los jesuítas secularizados, los corazonistas descorazonados y todo tipo de mester de clerecía desacralizado, deconstruido y deslavazado. Dicho sea todo ello sin detrimento de la excelencia docente e investigadora de cada uno de ellos y de la Academia en su conjunto, claro está.
     Esto tampoco es ningún secreto: la Academia Hispana carga sobre sus hombros la enorme responsabilidad histórica de administrar la trastienda ideológica de la progresía más melífera, del socialismo más buenista, del nacionalismo más Volkgeist, y de la izquierda más divina de la muerte de esa España discutida y discutible de cuyas arcas públicas viven en perfecto equilibrio entre su virtud y eso que ellos mismos dan en llamar sus "propias contradicciones".
     Atribuir esta presencia masiva en la Academia de clérigos desotanizados a razones puramente sociológicas, del tipo de "la España franquista y postfranquista no daba más que para curas sobones o monaguillos sobados..." sería una falsedad histórica y un enorme desdoro para estos catedráticos y para las cátedras que ocupan. A los profesores universitarios, y más si son de Filosofía, hay que presuponerles una solidez de principios y un armazón intelectual suficientes como para sobreponerse a las contingencias de su tiempo. Las determinaciones sociológicas vienen a ser como la caspa, un asunto de pobres de espíritu, cuando no de cutres de la vida en general; pero no pueden afectar a estos Ángeles de Luz. No quiero pensarlo, o sea. Si fueron clérigos antaño y hogaño constituyen la materia gris de la izquierda ha de ser por severas razones internas en las que no ha de faltar aquello de la consistencia y la decidibilidad  [y mira que me estoy gustando en este post]. Quiero decir que cabe postular la existencia de fuertes nexos éticos, ónticos  y de Weltanschauung [aquí ya me gusto a morir] que comuniquen el universo mental de los seminarios franquistas y el de las sacristías universitarias de la izquierda española actual.
     Se me ocurren varios; pero me voy a quedar con uno: estos caballeros no se resistían ni se resisten a erigirse en mediadores entre el Absoluto y los mortales del común. No quieren, ni saben, ni pueden (tal vez, ni merezcan) vivir lejos del Absoluto. Antes eran los quinarios dedicados al Niño Jesús de Praga y ahora las asambleas donde discuten con sus alumnos las virtudes de la democracia participativa (muy participativa). De jóvenes fueron misioneros de un Reino que no era de este mundo; entrados en la madurez, quieren intervenir en la política; pero militan como de soslayo, o entran y salen rodeados de mohínes, o sólo se prestan a ser ministros (que para eso fueron ministros de Dios), o se dejan querer por partidos mínimos, impolíticos y de moralidad cátara, como si la política les fuera a manchar, como si su Reino no terminara de ser de este mundo. Fueron y son patriarcas, profetas... Se les nota en el discurso; pero, sobre todo, en la foto.
D. Ángel Gabilondo, ex corazonista, Catedrático de Metafísica,
Ministro y coautor del catecismo "Enséñanos a Amar"

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