El lápiz y el tostador


    Thomas Thwaites es una especie de artista conceptual: por nadie pase, o sea, pero eso sería materia de otra entrada. En 2009 acometió la tarea de fabricar su propio tostador a partir de supuestas materias primas (digo "supuestas", porque, como se puede apreciar en el vídeo, hace bastantes trampas al respecto). El proyecto le llevó meses, bastantes meses, más un dineral invertido en las materias (cuasi)primas, siendo así que cualquier consumidor perfectamente alienado por este capitalismo salvaje que nos domina y tal y cual puede adquirir un tostador estupendo en la ferretería de su barrio en apenas diez minutos y a cambio de cuatro perras. La conclusión que saca don Thomas es que los consumidores modernos vivimos secuestrados por un capitalismo que nos impide ser autosuficientes. El punto artístico de todo esto está en la acción en sí, en la crítica al capitalismo (eso que no falte) y en el salero con que construye el tostador. En fin...

    Leonard E. Read es un profesor y un libertario, entendiendo por tal un liberal no clásico. En su ensayito I, pencil, un lapicero cuenta en primera persona cómo su historia implica a infinidad de personas: madereros de Oregón, mineros de Ceilán, cafeteros de Brasil (porque los madereros tomaban mucho café), comerciales, transportistas, contables... De todos ellos, señala el lapicero, "no hay un solo individuo, incluyendo al presidente de la compañía de lápices, que contribuya a mi elaboración con más de una parte infinitesimal de su conocimiento." Y lo que es aún más maravilloso, ni el maderero, ni el cafetero, ni el minero, ni el contable..., ninguno de ellos se propuso obtener un lápiz. Lo que buscaban con su trabajo era otra cosa: un sueldo, una posición social..., pero, desde luego, ninguno de ellos salió de su casa por la mañana con el ánimo de volver a ella con un lápiz. Y gracias a eso, el lápiz existe.

    Read se regodea en esta infinidad de agentes y la celebra, consciente de la maravilla que supone vivir en un mundo regido por esta especie de cerebro colectivo, que no necesita una mente maestra, y que es capaz de ir mucho más lejos de las limitaciones de cada individuo.
    Mientras que Thwaites, el artista, lamenta que el capitalismo nos haya llevado a una situación en la que dependemos de la ferretería para adquirir un tostador, Read constata que vivimos en un mundo en el que las ideas, los intereses, los conocimientos, las necesidades y las demandas se acoplan solos, se aparean incluso a nuestras espaldas y sin contar con el parecer de nadie concreto, y producen tostadores estupendos, lápices maravillosos y consumidores libres que pueden adquirir y disfrutar de un montón de bienes inalcanzables para casi ningún ser humano que viviera al margen de ese capitalismo consumista al que tanto zurran los artistas..., a cambio, casi siempre, de un buen dinero; de unos cachés indecentemente capitalistas, las más de las veces.

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